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Educar para ser libres

  • Writer: Martín Franco
    Martín Franco
  • Mar 26, 2021
  • 2 min read

Una de las cosas que más disfrutaba hasta hace apenas unos meses -en ese mundo anterior que parece ya tan lejano-, era visitar librerías y hurgar entre las estanterías a ver qué encontraba. Ya sabemos que la pandemia nos cambió muchísimas dinámicas de la antigua realidad, así que las nuevas formas de hacer lo viejo se limitan ahora a estar sentados frente a una pantalla de computador. Sea como sea, entre los libros que he seguido mirando (husmeando ahora de manera virtual), encontré hace poco uno que no quiero dejar pasar y por eso lo traigo aquí, perdonarán.


El libro se llama Una educación, lo escribe Tara Westover y lo edita Lumen, y cuenta una historia increíble, su propia historia: la de una niña de una familia mormona en un pueblo de Idaho, en Estados Unidos, que crece apartada de todo y de todos debido a la ignorancia y el fanatismo de sus padres, quienes creen ciegamente, entre otros dislates, que la medicina tradicional no funciona, que recibir ayuda del Estado es fortalecer a los Illuminati, y que cuando un niño va al colegio se expone a que le laven el cerebro. Se imaginarán lo que traduce en la práctica semejante mezcla explosiva: abusos, violencia doméstica y un miedo interno tan hondo que paraliza a cualquiera para enfrentar la vida.


Y, sin embargo, este libro narra la manera increíble cómo la autora logró superar ese entorno adverso, cómo hizo para pasar por encima de sus miedos y creencias y prejuicios, y cómo logró abandonar esa vida que le tocó en suerte a través, precisamente, de la educación. Su única vía de escape, su arma ante ese entorno adverso y opresor, fue darse cuenta de que recibir una educación iba a ser la manera más eficaz de ser libre, la única que tenía a su alcance para cambiar las cosas.


Ahora que esta pandemia nos ha puesto a pensar sobre la enseñanza del futuro, es bueno tener presente esa metáfora de la educación como libertad. A fin de cuentas, ¿qué otra cosa es la educación, la buena educación, sino una manera de liberarnos de lo que alguna vez fuimos, así como de nuestros prejuicios y creencias arraigadas? ¿Qué otra cosa debería ser sino una vía para permitirnos crear un pensamiento propio que vaya más allá de repetir y copiar fórmulas en un cuaderno? Porque claro que es importante conocer la teoría, cómo no; sin ella sucede lo que hoy vemos a granel: personas que reniegan de la ciencia y se creen iluminadas por ver videos en YouTube. Sin embargo, la buena educación deberá, antes que nada, crear en nosotros la conciencia de que el conocimiento es la única manera de ser verdaderamente libres, y sobre todo de que -tal y como le sucedió a Westover en el libro- hay mundos distintos al único que en algún momento creímos posible.


De eso se trata.


Julio 7 de 2020

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