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La dictadura del "me gusta"

  • Writer: Martín Franco
    Martín Franco
  • Mar 29, 2021
  • 2 min read

Facebook no es el mismo de antes: Twiter, Instagram y otros tantos han terminado desplazando de a pocos a la red que creó Zuckerberg. Y, sin embargo, el portal se mantiene vigente gracias a un botoncito ingenioso: un puño cerrado con el pulgar hacia arriba. La dictadura del "me gusta" impone la moda por estos tiempos. Sabemos qué tan ingeniosa resultó la foto que colgamos o el artículo que compartimos por el número de "likes" que tiene. Incluso antes de publicar creemos estar seguros de cuántos alcanzará y abrimos el Facebook a cada tanto para cerciorarnos de que todo va según lo planeado. Nos volvimos esclavos de cada notificación que recibimos arriba, en el mundito de la izquierda que aparece en la página, y lo usamos como alimento para el ego.


Sí, lo sé, no estoy diciendo nada nuevo: que las redes sociales son la forma moderna de potenciar el narcisismo (hice esto, escribí aquí, viajé allí, estuve con aquel) es algo que todos en el fondo sabemos y en lo que también, inevitablemente, caemos. Igual ese no es el tema. Lo que quería exponer aquí es que, tanto Facebook como Twitter, se han vuelto lugares donde nadie parece capaz de decir que algo no le gusta. Paraísos de placidez, sitios donde el mutuo elogio es pan de todos los días y en los que terminamos mostrando apenas una parte –la rosa– de lo que es en realidad nuestra vida. (Hay excepciones en Twitter, donde cualquiera puede esconderse tras un seudónimo e insultar al que no conoce. En eso se parece a los comentarios de los foros virtuales: sin dar la cara todos somos muy machitos. Pero ese es otro tema).


Hagan la prueba y verán: en Twitter el columnista aquel recomienda el texto de su amigo con adjetivos grandilocuentes y cada viernes hace el consabido Follow Friday (para los que no lo sepan, una opción de la red que permite a los usuarios recomendarse entre sí) mientras el otro agradece y devuelve favor. En Facebook tal otro escribe dos líneas ingeniosas y se sienta a esperar los "me gusta" y los comentarios elogiosos, sin sospechar que al final pueden resultar más peligrosos que la misma crítica. En fin: las redes sociales no parecen estar hechas para disentir, sino para alimentar el ego. Y el problema, digo yo, es que aquí disentir está mal visto, y no se hace bien: primero porque una crítica se toma como algo personal y no como lo que realmente debería ser –un debate de ideas– y segundo porque en los foros virtuales lo que prevalece es el insulto.


En últimas parece que en las redes sociales todo es "me gusta" porque en la cultura del mutuo elogio suena resentido decir lo contrario. (En serio: el otro día leí un artículo en el que recomendaban que, para tener más seguidores en Twitter, había que ser "positivo" y criticar menos). Allá cada quién con el uso que le da a sus perfiles, pero yo sí echo en falta, a cada tanto, el botón de "no me gusta". Lástima que nunca lo vayan a crear.


Junio 11 de 2013

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